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jueves, 20 de noviembre de 2008

El arte como inversión

Normalmente observamos con curiosidad como los potenciales clientes deciden comprar una cartulina impresa, cromada y a todo color de un motivo florar o una reproducción de una obra de arte famosa.

Hace pocos días conversaba en la inauguración de una exposición de varios excelentes grabadores cubanos acerca de ese tema y al dar mi punto de vista, los interlocutores me dijeron que no expresara esa opinion aquí en Mérida porque me traería problemas. No creo que ese tema sea privativo de esta ciudad, la realidad está dada en las crisis financieras mundiales, la imposibilidad de gastar una cantidad de dinero en un artículo que servirá sólo para llenar un espacio en el alma de quién lo compra, no es de primera necesidad, es un lujo y como lujo al fin se prescinde de él o no, siempre de acuerdo al balance financiero de cada cuál.

La tendencia tradicionalista de comprar una obra de arte que con el tiempo se valorizará y servirá de legado a nuestros nietos pasó de moda hace bastante, también, pienso yo, por la volatilidad del mercado del arte y la incongruencia entre los conceptos definitorios de la palabra arte.

Hoy un ternero disecado en formol con las pezuñas de oro puede costar millones de dólares y ser vendido en las mejores casas de subastas sin siquiera sonrojarse los subastadores de tan maña estúpidez, sin embargo una obra de un maestro como Pedro Pablo Oliva, Manuel Almagro Urrutía o Zaida del Río, sólo por mencionar algunos, no alcanzan ni siquiera las cifras de las decenas de miles de dólares, e incluso veces que ni se pueden colocar estas obras en subasta, ¿será que los gustos estéticos del hombre están en franca decadencia en proporción con el deterioro ambiental?

El público apenas confía en que un buen pintor llegue alguna vez en su vida a ser un pintor cotizado, más bien prefiere, como dijimos al principio de este artículo, comprar un afiche brillante o una reproducción de alguna obra por una módica cantidad, ¿para qué arriesgar dinero en alguien que no se sabe si será o no cotizado y famoso?, son los monopolios del arte los encargados de hacer “artistas” a su conveniencia.

sábado, 1 de noviembre de 2008

¿Qué pasa realmente con el mercado del arte en Mérida?


La ciudad mexicana de Mérida es un patrón para imitar por el resto de las ciudades mexicanas en cuanto a la divulgación y el peso que le reconoce en la formación de la cultura del pueblo. Son numerosas las actividades que se realizan, la mayoría de ellas auspiciadas por el municipio: la divulgación de las actividades, organización detallista y empeño con que se realiza cada una resulta sorprendente.

Solamente en el centro histórico de la ciudad existen más de diez galerías de arte. Los restaurantes, hoteles, moteles y otros sitios de determinada aceptación entre el público y el turismo, exhiben obras de arte, dígase artesanías, esculturas o pinturas de artistas de relevancia nacional y en muchos casos internacional.

La actividad de las galerías de arte es contagiosa y de gran empuje, las iniciativas para llegar a todo el público es muy ingeniosa, pero surge entonces una pregunta que es la que nos lleva a elaborar este artículo, ¿por qué existe esta contracción tan grande en las ventas?, ¿qué pasa con el mercado del arte en Mérida?

Creo que debemos empezar por decir que esta contracción no es exclusiva de Mérida, sino de gran parte del mundo que se encuentra en ascuas a la espera de saber que sucederá con la economía, pero en el caso específico de esta ciudad nosotros, los galeristas, no hemos sabido inculcarle al público la importancia de invertir su dinero en una buena obra de arte, muchas veces nos vamos por la parte estética de las obras y nos olvidamos de recordarle a nuestros posibles compradores lo importante que es hacer una buena inversión, lo importante que es pensar en legar a nuestros hijos o nietos una posible obra maestra.

Vemos con desilusión como copistas, falsificadores a gran escala, realizan copias exactas y de manera industrial de obras de arte famosas, las venden en lienzo, al óleo, con las medidas precisas y las entregan en las manos de los compradores en cualquier país del mundo. Vemos con dolor como los clientes escogen esta variante cada vez con más asiduidad. Pienso que nuestro trabajo como galeristas no se debe circunscribir a la exposición de un buen artista, divulgarlo y finalmente vender sus obras, nuestra labor debe ir mucho mas allá.

La organización de clases de pintura, fotografía, escultura y otras manifestaciones artísticas debe formar parte indisoluble de nuestra razón de ser como galeristas, el trabajo con los jóvenes es el futuro del arte, es el ABC de poder tener garantizados los próximos Miguel Angel, Boticceli, Guayasamin, Botero, Frida, etc., y de perder el temor aque sean las copias y reproducciones las que se adueñen del porvenir.